miércoles, 3 de enero de 2018

DORMIR EN EL AGUA, CARTAS A MARIANO MORENO

EL ESTAR Y EL NO ESTAR,
ESE EXQUISITO LÍMITE








ESCRIBE:
FERNANDO GONZALEZ OUBIÑA

En todo hay una delgada línea divisoria, que en este caso es transversal a lo que acontece, al amor y al dolor, a lo bueno y lo malo, al estar y al no estar; hay un equilibrio tácito marcando el límite de cuando hacer y cuándo no hacer, esa frontera fascinante es la línea de flotación de Dormir en el agua, exitosa en la conjunción de dramaturgia, dirección y actuación, todo funcionando como una unidad fantásticamente lograda.

Una teatralidad sin estridencias que tampoco necesita de artificios, la dramaturgia de Amancay Espíndola amalgama con maestría palabras propias y las cartas que se conservan de la viuda de Mariano Moreno. Espíndola imagina sensiblemente y lo plasma con sutileza; le pregunté finalizada la función, y luego de un extenso aplauso, acerca de cuanto de exégesis sobre material de archivo y que tanto de su inspiración, ella manifiesta haber “completado” aquellos faltantes históricos que son las respuestas de Moreno a su esposa, (respuestas que nunca fueron escritas ya que el prócer había muerto cuatro días antes de que Guadalupe Cuenca escribiera la primera de sus cartas) Amancay es muy modesta ya que su reconstrucción es cercana al espiritismo, parece haber invocado palabras antiguas, pero no, ella lo niega; todo es fruto de su prolija cualidad literaria.

Creo que es muy meritorio haber encontrado el tono justo para esta recreación, ella concibe una estructura de sensaciones y sentimientos, más que una literatura dramática formal, muy funcional a lo requerido por un actor para la construcción de un personaje, no es coincidencia, Amancay es una consumada actriz y como la mayoría de los actores-dramaturgos, sabe muy bien como proporcionar situaciones “actuables”. Lo novedoso en términos de estructura es que no se nota esa ausencia formal, aunque hay focos de conflicto y una constante y creciente emocionalidad la pieza no transita cánones estrictamente aristotélicos. Los personajes están y no están, lo onírico sobrevuela en palabras y una estética dialéctica de principios del siglo XIX, conspiran hacia una nueva forma de abordar ese subgénero que es el drama histórico. Cimentada en textos privados de la época fundacional de lo que llamamos patria, suma detalles, puntos de vista y opiniones sorprendentes, de este prócer y de su esposa, incluso visiones incorrectas si tomáramos como parámetro el discurso establecido de la historiografía vernácula; investigación y  rescate con verdaderos hallazgos que dinamizan el relato desde lo meramente informativo. Donde otros se tornarían discursivos Espíndola administra con cuidadosa gracia los frutos de su exégesis, base para un trabajo de equipo que hace justicia a esas palabras.

La eficacia de la dramaturgia desencadena en favor de otros aspectos también sobresalientes. La dirección de Virginia Lombardo acierta con el tono desde un principio, con ese juego al límite del estar y el no estar que inicié como voluntad narrativa de esta crónica y, mencionada así, pretendo comunicar sus alcances en toda su extensión: ¿Moreno está vivo o muerto durante la acción dramática?, ¿Es un fantasma o existe sólo en la imaginación afiebrada de su joven esposa?, ¿Comparten un mismo espacio o Moreno se halla en alta mar y su esposa en tierra? Lombardo sabiamente dejará todo eso a consideración del espectador y no es una decisión menor, ya que el expresionismo alemán también lo hizo y no le fue nada mal; en Dormir en el agua el naturalismo dialoga con el expresionismo y se nutre del surrealismo, en esta mezcla se apela a la deformación de la realidad para lograr una comunicación subjetiva de los elementos escénicos, el entorno, las fuerzas de la naturaleza, y el devenir.

Los naturalistas apelaron a la verdad, en la exposición de sus elementos tal cual son, incluso escenificando una cotidianeidad tautológica, tomando lo sensible y la emocionalidad como eje de las situaciones, donde lo extraordinario era un quiebre y generalmente funcional a crear un alto impacto dramático; en cambio los expresionistas priorizaron la comunicación explícita de lo no cotidiano, poniendo en un primer plano de acción lo subjetivo, lo paradojal, antes que una descripción objetiva de un hecho real a reproducirse en la escena. La puesta que nos ocupa toma además elementos del dadaísmo y del posterior surrealismo, estos son: la arbitrariedad de la imaginación, simbolismos y situaciones de no realidad que están presentes en las mencionadas corrientes,  y terminan desembocando en la estética particularísima del Teatro de la Crueldad  de Antonin Artaud, llevado a su punto máximo por  Peter Weiss, en este caso ambos conciben el espacio escénico como algo misterioso, jeroglífico y se materializa en el reflejo contemporáneo de seguidores de esta corriente como Fernando Arrabal o el divinizado David Mamet, que transitan con libertad esa heredad, resignificándola.

La idea de la ritualidad no es nueva, es el origen mismo del teatro, está en el simbolismo del teatro Noh japonés, en la ópera de Pekín, en la fascinación de Artaud con el teatro tradicional Balinés.
Participamos los asistentes a Dormir en el agua de una voluntad de sanación de males comunes de la sociedad ejercida por el teatro, cierta necesidad subversiva que, otorgándole un carácter ritual, es capaz de producir catarsis. Esa herencia que describo en los párrafos anteriores es visible en las decisiones tomadas por la directora de esta pieza. Al abstenerse de un planteo realista en la disposición escénica y sumar acciones simbólicas Lombardo eleva la apuesta de la dramaturgia y acierta. Virginia dispone elementos fantasmales en una yuxtaposición de sueño y realidad, dominando el clima de la obra una constante preocupación por la vida e inminencia de la muerte.
Los actores transitan la cualidad etérea de tocarse sin tocarse, de estar y no estar en el mismo plano de acción, la enfermedad zumba como un molesto moscardón y dominan la cordura los estados febriles, estableciendo una conexión existencial ligada a mundos espirituales, ambos personajes tienen momentos de cierto delirio por razones disímiles, ambos temen la traición y algo aún peor: la muerte. Hay un dato históricamente interesante: al partir Moreno hacia Europa, en misión diplomática, -otras crónicas dicen que a comprar armamento- Guadalupe recibe una encomienda, un criado encuentra una caja depositada en la puerta de la casa, conteniendo un abanico negro, un velo, guantes de luto y una nota que le anunciaba que sería viuda. Es allí cuando comienza a escribirle cartas, las que no llegaron nunca su destinatario, encendidas misivas escritas durante meses hasta que le comunicaron la trágica noticia. 



Camila Garófalo encarna a Guadalupe Cuenca, jovencísima esposa de Mariano Moreno, desde el principio impactan sus decibeles emocionales, que funcionan como inmediata introducción al clima general de la pieza, también esta actitud sorprende y atrapa al público, esto es casi un truco de magia y todos dejan de acomodarse para prestar total atención a esta mujercita etérea bañada en lágrimas. Estupendo trabajo el de Camila, apelando a la verdad y sentir antes que a cualquier otro artificio.
Cristian Majolo es un Moreno afiebrado y acosado por todo tipo de males, muy en el estilo de personajes célebres de la narrativa del siglo XIX, donde los héroes tenían su costado sufriente, arrastraban sus crónicos dolores –en este caso de huesos– y se sobreponían a destinos trágicos con voluntad de emblema. Majolo aparece espectralmente, la directora lo deja largo rato en la penumbra y es una interesante simbología; el espacio elegido colabora muy bien y Cristian despliega una prolija artillería de sensaciones físicas y tics, administrados relajada e inteligentemente a lo largo de la obra, logrando una sensible y muy interesante actuación.

Un dato histórico más: Mariano Moreno manifestaba un constante temor a ser asesinado. Cuando su jornada de trabajo se extendía hasta tarde se vestía con una sotana de fraile dominico, llevando dos pistolas en la cintura, así disfrazado regresaba a su casa, a cuatro cuadras del fuerte. También se sabe que Guadalupe debía soportar verlo flagelarse por las noches, ya que de este modo él buscaba expurgar pecados.

La pieza tiene un mensaje críptico: el de restablecer valores desfigurados por el tiempo, exhibe una realidad apasionada y convulsiva, que apelando a la lejanía de la época en que los personajes desarrollaron sus vidas, nos acerca una reflexión al presente, reflejando que somos lo mismo, que nunca aprendimos, que el juego político excluye a los hombres y hasta a los apasionados panfletos e ideales sectarios que pretenden enarbolarse, en pos únicamente de logros individuales e intereses acomodaticios. Lo que fue siempre será, la historia lo prueba, parece estar presente en el ADN de esta patria nuestra. En la repetición de errores, dominados por miserias y divisiones continuaremos perdiendo poco a poco la dignidad de vivir.



Transcribo un fragmento de una de las cartas de Cuenca a Moreno con el fin de entusiasmar ya que asistir a las funciones de Dormir en el agua de Amancay Espídola realmente vale la pena:

”…Te escribí con fecha de 10 o 11 de éste, pero con todo vuelvo a escribirte porque no tengo día más bien empleado que el día que paso escribiéndote y quisiera tener talento y expresiones para poderte decir cuánto siente mi corazón, ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me cuesta el vivir sin vos. (…)…hoy te mando el manifiesto para que veas cómo mienten estos infames; Agrelo es el editor de “Gacetas” con dos mil pesos de renta, por si acaso no has recibido carta en que te prevengo que no le escribas a este vil porque anda hablando pestes de vos y adulando a Saavedra; su mujer no me ha pagado la visita que le hice, en fin, se ha declarado enemigo nuestro y ha jurado que no volverás a beber el agua del Río de la Plata; no le haremos quebrantar el juramento y con beber siempre de aljibe queda el juramento intacto; (…) Del pobre Castelli hablan incendios, que ha robado, que es borracho, que hace injusticias, no saben cómo acriminarlo, hasta han dicho que no los dejó confesarse a Nieto y los demás que pasaron por las armas en Potosí, ya está vista que los que se han sacrificado son los que salen peor que todos, el ejemplo lo tienes en vos mismo, y en estos pobres que están padeciendo después que han trabajado tanto, y así, mi querido Moreno, ésta y no más, porque Saavedra y los pícaros como él son los que se aprovechan y no la patria, pues a mi parecer lo que vos y los demás patriotas trabajaron está perdido porque éstos no tratan sino de su interés particular…”



SINOPSIS DE PRENSA:

Historia de fuego y pasión, amor y muerte entre Mariano Moreno, Guadalupe Cuenca y La Revolución.
"Ya es hora de que la América del Sur tenga las luces que le han tapado y después conducirla a su gloriosa insurrección. Ese es el sentido de mi vida" - Mariano Moreno.
La obra transcurre la noche de la muerte de Mariano Moreno en altamar mientras Guadalupe Cuenca le escribe las cartas que, sabemos, él nunca llegará a leer. La escritura para conjurar la ausencia. El delirio del sueño y del sueño de la muerte, los encuentra. Encuentro y despedida de estos dos, casi adolescentes, prematuramente madurados por la revolución política que los sacude. La revolución no da respiro, los hace grandes en un soplo. Cada uno hablando desde lo que le preocupa en esta soledad a la que los han llevado decisiones, o no, no tenemos la certeza, que no dependen de ellos. La pasión los envuelve por sobre todas las cosas.
Íntima y feroz, pasional y dolorosa, con estados límites de los personajes en este encuentro mágico, ideal. Política y poética, sugestiva y combativa. Predomina la historia de amor, el encuentro, pero subyace la opinión, la idea, la patria, la visión clara, el dolor de la ignorancia, de la bajeza humana, del individualismo, del egoísmo, del mal poder, de la dependencia. Inflama nuestra creatividad y nos permite indagar un mundo familiar, histórico y vigente, donde el amor y la política transcurren hacia el inevitable final.
Dormir en el agua reaviva el fuego que el océano no pudo apagar.
Este espectáculo cuenta con el apoyo de Proteatro y del Fondo Nacional de las artes.


Ficha técnico-artística:


Este espectáculo forma parte del evento: 7º Festival del Amor
Duración: 50 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
Corrientes 1543 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
Web: 
http://www.centrocultural.coop
Festival: $ 200,00 - Sábado - 21:00 hs - 24/02/2018 

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