miércoles, 26 de julio de 2017

El tiempo pasa también para los Cardenales

El Cardenal, una obra de Tato Pavlovsky



Escribe:
Alvarez Castillo

La puesta que vimos hace pocos meses en Patio de Actores de esta obra de Tato Pavlovsky (1933-2015) delata lo difícil que es mantener la actualidad en el arte y, más aún, en teatro. El Cardenal es una pieza de 1991, cercana en el tiempo, podríamos sospecharla contemporánea, pero se huele en ella un exceso de mensaje, una necesidad no encubierta por trasmitir, y eso conspira contra la parodia y la mezcla de lenguajes provenientes de diversos ámbitos y saberes.


Lo que comentamos aquí –sin más desarrollo– no es responsabilidad de la dirección, vestuario ni actores, sino del texto mismo elegido para la cita. Otros preferirán a la hora de escribir sobre la obra citar fuentes que pueden ir de Shakespeare a Beckett, con Bacon de por medio. Ninguna ilustre familiaridad modifica el aburrimiento cuando no hastío. Ideas, sentencias, ideología que se reitera y juega a no ser lo que, en el fondo, es.


Lo que a nuestra consideración sigue siendo interesante es la concepción de la pareja de seres que circulan alrededor de ese Cardenal interpretado en esta ocasión por Daniel Wendler. Y la actuación de Valentino Alonso: excelente, y bien secundada por Francisco Gómez Nicolau.



Sinopsis de Prensa:

Agazapados en las sombras, imperceptibles, despiadados. El Cardenal y sus siervos evocan las fuerzas de la razón. Preparan la dieta final que extirpe todo arte, metáfora, expresión de la humanidad. Esperan. El deseo nunca satisfecho de poder y admiración desencadena un juego sin sentido que los atraviesa como su irremediable soledad.

"Todos los días renovar el entusiasmo, lograr un pequeño accidente que pueda crear la sensación de novedad, una levedad. De eso se trata, de gestos, simplemente de gestos, no hay trampa."



Ficha técnico-artística:



Duración: 70 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos


No hay comentarios:

Publicar un comentario